lunes, 9 de enero de 2017

A las 4 de la mañana

A menudo
me sentía como
la eterna 
gilipollas
de pensamiento
decadente
y mente
frustrada.
En silencio.

Llena de
recuerdos que
alimentaban
mi pereza
existencial.

Te despiertas un día
y ya no tienes
ganas de
nada.
Vivir, vivir, vivir
me repetía.
Con desesperación.

Pero estaba cansada,
solo quería
dormir.

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