He dejado mis sueños encerrados en jaulas. Ellos quieren volar, salir, sentirse libres. No pueden. Los años los consumen, les falta el alimento. Se convierten en caníbales alimentándose de su propia carne. Mi destructiva e inocente parcela repleta de esperanzas está desapareciendo. Las jaulas se hacen más pequeñas. Lo que queda de ellos llora y se estremece. Se tiran al suelo a la par que gritan con fuerza mi nombre. Saludo diciendo "Mis queridos amigos" y sonrío. Me siento y observo las llamas. Todo destruyéndose. El principio y el fin de mi vida.
Desde entonces la realidad es más difusa. El infinito ya no existe. Los universos se han fusionado. Mientras tanto, yo sigo sentada sobre mi cerebro, contemplando el desorden, la muerte, el frenesí y todo aquello que creé. Carcajadas agudas. Respiro. Saco un mechero del bolsillo y me voy.
¿Que quién era ella? Nadie lo sabe.