jueves, 2 de abril de 2015

Gotas en el cristal

Cautos, los cimientos los mantenían en pie haciéndolos atravesar valles repletos de huesos inquebrantables escondidos en las paredes de las ciénagas oscuras. Frágiles brazos, frágiles piernas, frágiles, niños frágiles paseando como si nada pudiese perturbar sus mundos de esclavos encerrados en las imágenes que proyectan sus mentes. Y allá, psicópatas moviéndose de un lugar a otro tratando de esclavizar a sus presas más idiotas. Bosques amargos, dolor en las sombras de aquellos que se ven reflejados en la melancolía del pasado. Más psicópatas deseando torturar víctimas y estremecer más huesos, y clavar más puñales en corazones de niños, y más frágiles se volvieron éstos, menos bellos, más muertos, desterrados a la vida difusa, repleta de ensoñaciones irreales. Ellos no saben qué es real, porque están muertos, muertos, sin vida. Los psicópatas lloran porque se han marchado. Y como los niños, las lágrimas, una vez escapan por los ojos, se deshacen de nosotros, de nuestro cuerpo, de nuestra esencia, y se desvanecen, se convierten en lluvia.